El día llega a su fin en la capital de Argentina. La vida nocturna comienza. Restaurantes, cabarets, clubes nocturnos, salas de conciertos, cines y teatros por cientos invitan a los ciudadanos a salir de sus casas y a divertirse. Miles de personas llenan las aceras, mientras que el tráfico en las calles se hace cada vez más pesado. En la famosa Avenida Corrientes, se iluminan los letreros de neón y los escaparates. El aire es cada vez más fresco - finalmente la ciudad merece el nombre que Pedro de Mendoza le dio en el siglo XVI: Buenos Aires. - 1973
El día llega a su fin en la capital de Argentina. La vida nocturna comienza. Restaurantes, cabarets, clubes nocturnos, salas de conciertos, cines y teatros por cientos invitan a los ciudadanos a salir de sus casas y a divertirse. Miles de personas llenan las aceras, mientras que el tráfico en las calles se hace cada vez más pesado. En la famosa Avenida Corrientes, se iluminan los letreros de neón y los escaparates. El aire es cada vez más fresco - finalmente la ciudad merece el nombre que Pedro de Mendoza le dio en el siglo XVI: Buenos Aires. - 1973