Los neolíticos son nuestros antecesores directos, y su aparición se nota a través de una verdadera revolución industrial. No es exagerado decir que somos sus herederos en el ámbito técnico, pues nos trajeron la agricultura, la ganadería, la aldea, la alfarería, el tejido, la cantería, etc. En esto último han alcanzado una maestría que asombra a los especialistas en herramientas de piedra. La mayoría de los pequeños utensilios siguen basándose en finas hojas hechas de una gran variedad de minerales, a las que un hábil retoque da la forma deseada. Para ello, se prepara el trozo de piedra seleccionado haciendo una plataforma contra la que posteriormente se dirigen los golpes que liberan las cuchillas. En lugar de un martillo, se utiliza un palo de madera dura o un trozo de un hueso largo y fuerte. Unos hábiles retoques en los bordes y en la superficie del objeto le dan la forma deseada. Casi se puede decir que todo el Sáhara está cubierto de esta hermosa herramienta, para la que la madera petrificada es tan adecuada como el sílex, la hematites o el jaspe. Además de las hojas y láminas con las que se fabricaban cuchillos, agujas, raspadores, taladros y cientos de otras herramientas, también había utensilios de piedra pulida, y el Sáhara en su conjunto era rico en maestros pulidores de piedra. No sólo hay anillos de piedra, que eran brazaletes -siempre que el alcance de la luz permita pasar el brazo a través de ellos-, cabezas de garrote o piedras de peso de palos funerarios, sino también vasijas, azadas, cinceles y puntas de flecha, cuyo fino pulido nos sigue sorprendiendo hoy en día (Colección IFAN, Dakar, Senegal) – 1969
Los neolíticos son nuestros antecesores directos, y su aparición se nota a través de una verdadera revolución industrial. No es exagerado decir que somos sus herederos en el ámbito técnico, pues nos trajeron la agricultura, la ganadería, la aldea, la alfarería, el tejido, la cantería, etc. En esto último han alcanzado una maestría que asombra a los especialistas en herramientas de piedra. La mayoría de los pequeños utensilios siguen basándose en finas hojas hechas de una gran variedad de minerales, a las que un hábil retoque da la forma deseada. Para ello, se prepara el trozo de piedra seleccionado haciendo una plataforma contra la que posteriormente se dirigen los golpes que liberan las cuchillas. En lugar de un martillo, se utiliza un palo de madera dura o un trozo de un hueso largo y fuerte. Unos hábiles retoques en los bordes y en la superficie del objeto le dan la forma deseada. Casi se puede decir que todo el Sáhara está cubierto de esta hermosa herramienta, para la que la madera petrificada es tan adecuada como el sílex, la hematites o el jaspe. Además de las hojas y láminas con las que se fabricaban cuchillos, agujas, raspadores, taladros y cientos de otras herramientas, también había utensilios de piedra pulida, y el Sáhara en su conjunto era rico en maestros pulidores de piedra. No sólo hay anillos de piedra, que eran brazaletes -siempre que el alcance de la luz permita pasar el brazo a través de ellos-, cabezas de garrote o piedras de peso de palos funerarios, sino también vasijas, azadas, cinceles y puntas de flecha, cuyo fino pulido nos sigue sorprendiendo hoy en día (Colección IFAN, Dakar, Senegal) – 1969