Y la caravana sigue adelante, sin que la fatiga, la sed y los vientos arenosos la afecten. El líder nunca pierde su camino, del que conoce cada duna, cada curva. Pero a veces, consumido por sus esfuerzos demasiado grandes, un camello cae como si le cayera un rayo. No se levantará de nuevo. A menudo, no sólo hay que abandonar al animal, sino también su carga si no hay camellos de reemplazo que sigan el convoy. Y a lo largo de la pista, los esqueletos blancos, lentamente enterrados por la arena, marcan el duro calvario de los pacíficos "barcos del desierto". - Ténéré - Níger - 1966
Y la caravana sigue adelante, sin que la fatiga, la sed y los vientos arenosos la afecten. El líder nunca pierde su camino, del que conoce cada duna, cada curva. Pero a veces, consumido por sus esfuerzos demasiado grandes, un camello cae como si le cayera un rayo. No se levantará de nuevo. A menudo, no sólo hay que abandonar al animal, sino también su carga si no hay camellos de reemplazo que sigan el convoy. Y a lo largo de la pista, los esqueletos blancos, lentamente enterrados por la arena, marcan el duro calvario de los pacíficos "barcos del desierto". - Ténéré - Níger - 1966