Amante del Sahara y viajero incansable, el fotógrafo Maximilien Bruggmann (1934-2016) nos dejó una obra considerable acumulada durante sesenta viajes que lo han llevado a todos los continentes ... excepto Australia. Más de 150,000 diapositivas cuentan la historia de los hombres, los paisajes, la cultura de los países y regiones donde se quedaba, los pueblos cuya vida cotidiana o historia compartió.
En el Sahara, Maximilien Bruggmann fue a los lugares más remotos para encontrarse con sus amigos nómadas. Le apasionaba el arte rupestre cuyos autores, primeros fotógrafos, pintaron o grabaron en piedra las instantáneas de la vida prehistórica, cuando el Sahara todavía era verde.
Formado como diseñador gráfico, fotógrafo apasionado, Maximilien Bruggmann le ha dado a sus fotografías una estética poco común. La extrema meticulosidad, con la cual las archivó, las convierte hoy en documentos raros e irremplazables.
Maximilien Bruggmann conservaba un sentido del pasado y su gusto por las profundidades. Con los ojos del diseñador gráfico y el alma del viajero, se apasionó por el Sahara, sus grabados rupestres, sus inmensidades desiertas y aún habitadas. Un filtro especial lo protegió de la fealdad del mundo y le permitió dedicarse por completo a sus bellezas. Alejándose del ritmo agitado contemporáneo, se tomó el tiempo necesario para observar a los pueblos del mundo y compartir sus emociones diarias. Las civilizaciones precolombinas, la ruta de las especias, los orígenes de Egipto, Maximilien Bruggmann viajaba con un lente atento y tierno por este planeta. Los viajes al Sahara lo acercaron un poco más a lo que buscaba en el hombre: la sabiduría.
Durante los últimos años de su vida, Maximilien Bruggmann había comenzado a digitalizar sus fotografías. Este trabajo continúa hoy gracias a su hermano Peter y a la asociación de "Amis de Maximilien Bruggmann".
Nota:
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