#1
Este diminuto árbol muerto contrasta con la arena que, acariciada por el viento, forma sensuales e inmensas dunas.
Níger / Ténéré / Arakao / 1992
#2
Al ponerse el sol, la sombra de una extraña piedra indica el noreste.
Níger / Ténéré / 1975
#3
En el borde del Tenere y el Aïr, las montañas de Arakao se hacen visibles en el horizonte y marcan la meta después de un largo día de caminata para la caravana. Precaución: ¡Llevar suficiente agua!
Níger / entre Aïr y el Tenere / 1999
#4
Las sensuales formas del Sahara se muestran a quienes esperan el crepúsculo, cuando el sol poniente proyecta sus fantasías sobre la infinitud del desierto.
Níger / entre el Aïr y el Tenere / 1975
#5
A los pies de unos bloques de mármol, el mar de arena embiste como el océano contra los acantilados dentados que se han moldeado durante milenios.
Níger / Aïr / 1992
#6
Wadi Tafidet en un día despejado. En temporada de lluvias, el agua fluye – a veces – desde el Aïr hasta el Ténéré. Arrasada por una inundación excepcional, esta roca apareció varada aquí cuando las aguas se secaron.
Níger / Ténéré / 1992
#7
Mucho antes de la llegada de los hombres, la naturaleza se apropió de la única materia prima, la piedra, para dibujar y esculpir formas eternas.
Níger / Aïr / Takolokouzet / Detalle del suelo rocoso / 1993
#8
Bajo la arena omnipresente, en ocasiones aparece el esqueleto de la tierra, como si quisiera aferrarse contra el viento a través de contrafuertes.
#9
El dios escultor ha optado por exponer su obra en este enorme espacio al aire libre. La entrada es gratuita para todos aquellos que se tomen la molestia de llegar hasta aquí.
Níger / entre Aïr y el Ténéré / 2000
#10
Escucha el canto de las dunas, esta sinfonía misteriosa de almas y cuerpos.
Níger / Ténéré / Arakao / 1992