Descripción

Los geógrafos han comprobado que la erosión en el Sáhara no estaba sujeta a las reglas que se aplican a las zonas templadas. En Europa, por ejemplo, se produce una degradación mecánica derivada de la intensificación del riego provocada por la multitud de pendientes. Incluso una sola cascada en los Alpes transporta una cantidad considerable de tierra y roca cada año. Aquí, nada de eso. Todo parece estar congelado en una perpetua inmovilidad. En realidad, sin embargo, hay que contar sobre todo con la arena. Con infinita paciencia, en interacción con el viento, roe los arrecifes rocosos de cuyos restos se alimenta. Los materiales más blandos los transforma en picos antes de destruirlos por completo; y los otros sólo parecen resistirse, pues su aliado, el viento, sopla, por así decirlo, sin cesar. Pero no es sólo la arena la que cambia el paisaje. En una zona en la que la diferencia de temperatura entre la 1 de la tarde y la 1 de la madrugada puede superar los 50°, incluso los minerales más sólidos se ponen a prueba, y no es raro tener la sensación de estar bajo el fuego de la artillería por la noche: esto se debe a que las rocas se rompen con un estruendo al enfriarse. Vemos una consecuencia de esta "destrucción térmica" aquí, en la ladera de la meseta de Tinterhert, no lejos de Port Flatters, el actual Bordj Omar Driss (Argelia). - Argelia - 1966

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