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SaharaArtRupestre


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Una Palabra del Fotógrafo

En 1957, descubrí por primera vez el Sahara mientras me dirigía al Kilimanjaro. En la pista de Hoggar encontré mi primera gravura rupestre, un camello moteado, por lo tanto, relativamente reciente. En mi mente, se produjo un clic, y ya quería aprender más sobre este pasado distante, que considero el nacimiento del Arte. En 1961-1962, regresé a Tassili n'Ajjer para filmar "Sombras Azules del Tassili" para "Connaissances du Monde". Durante esta estancia de un año, viví con mis seis camellos y pude admirar y fotografiar este gran museo prehistórico al aire libre en el que se ha convertido el Tassili n'Ajjer. Después de esta larga estancia entre los tuaregs y su entorno, siguieron dieciocho viajes más al Sahara, el último en 1993, hasta la finalización de esta obra. Todas las fotos fueron tomadas con Hasselblad y Nikon (película Kodak), raramente con flash, que ahora está prohibido, y ninguna pintura rupestre fue humedecida. Gracias a los reflectores de lona, que reflejaron la luz del sol en los refugios sombreados, fue posible capturar los verdaderos colores del día. Como fotógrafo de esta obra, me gustaría expresar mi más profundo agradecimiento al autor del texto altamente erudito, mi amigo Henri J. Hugot, un verdadero prehistoriador y conocedor del Sahara, así como al profesor Théodore Monod, quien escribió el prefacio con toda su experiencia. Agradezco sinceramente a todos los amigos que compartieron el camino conmigo en algún momento durante las sesiones fotográficas. Se reconocerán, ya que es difícil mencionar a todos. Un agradecimiento especial a Jean-Claude Bourgeon, un guía sahariano hoy, que me asistió durante muchos viajes, incluida la misión Blaka, a Armande Reymond, conocida como "La Gazelle", que tomó muchas notas y midió las obras rupestres, y a Philippe Roulet, nuestro médico durante varias misiones. Otros rostros vienen a mi mente: Jean Garzoni, Pascal Pol, Ernest y Mado Grize, Günther Proksch ... Finalmente, Xavier Veuthey y Patrick Schauenberg, que ejecutaron los diferentes mapas según mis dibujos. Mi gratitud también va a Sylvio Acatos, sin quien este libro no habría visto la luz. Maximilien Bruggmann